jueves, 5 de febrero de 2009

LAS FIESTAS DE CASI-MIENTO

En la película El Día de la Marmota; Bill Murray era condenado a vivir, una y otra vez, la misma jornada en un perdido pueblito de Pennsilvania.
Casualmente, en medio de un ritual que celebraban los campesinos con motivo del fin del invierno.

Las fiestas de casi-miento despiertan en mí esa misma sensación.

Apenas recibo una de esas temidas participaciones, ya puedo vivir lo que será ese día: un auténtico día de la marmota. Un gigantezco y eterno deja vu.

Todo empieza con una participación.
Si la tipografía es dorada y elegante, denota la participación de padres y suegros como espónsors directos del acontecimiento. Ponen la plata, bah.
Y, de paso, le dicen a los novios a quien invitar y como deben ser los centros de mesa, entre otras cosas.
Es el caso típico de chicaquetrabajaenunamultinacionalfueacolegioreligiosooinglésyllamaasusamigasconapócopes(ferchu,gabita,etc.) vs. chicoquestudioenuniversidadprivadaalgunavezjugóalrugbyyusaelapellidomaternoamaneradedobleapellido.

Claro que peores son los originales. Aquellos que juegan a "me cago en las convenciones" y hago algo "diferente". Si te cagás en las convenciones ¿Para qué carajo te casás? 
En este caso, las tarjetas parecen avisos de algún nuevo producto donde los novios, o uno de los dos que presiona -perdón, convence- al otro, se ven excitados ante la idea de demostrar al mundo que SU casamiento es diferente al del resto de los mortales. Casi-miento, pero se empieza a notar.

De los que invitan "para después de las 12", no hace falta decir nada. Nos ahorramos unos sanguchitos y generamos una nueva diferencia de clases.
De los que van "después de las 12", tampoco vamos a decir nada. Hay que estar muy sólo para ir a una fiesta en donde lo que te están diciendo es "es importante que vengás... pero no tanto".
Vamos chicos, un poco de orgullo y autoestima.

Del evento en sí ¿Qué decir?
El arca de Noé parece un panadero volando al viento al lado de esa fauna con la cabeza programada para hacer divertido algo que; por superficial, vano y cada vez más marketinero; se ha vuelto triste y bochornoso. 
Muy triste.
Muy bochornoso.

Repasemos los clásicos:
La mesa de los novios flanqueados por sus padres (¿Será para que no escapen ante un ataque de repentina lucidez?).

Los amigos del novio, primero calientes con las amigas de la novia y luego borrachos convirtiendo al novio en un auténtico avioncito lastimoso. Todo acompañado con gritos guturales del estilo: Ehhhhh, Ohhhhhhh, Uuuuuuuh.

Las amigas de la novia vestidas para la red carpet pero de acá, primero calientes con los amigos del novio y después flagelándose en el grupito del ramo con un cartel en la frente que parece decir ¿Y yo para cuando?

El video merece ser destacado. Fotos de chiquitos, amigos, amigas, familia... todos jugando a Sorpresa y Media pero sin Julián Weich. Los videos suelen hacer llorar a muchos de los presentes. Debo confesar que a mi también. Aunque por otros motivos.

Aunque he asistido a más de los que quisiera, sigo sin entender la necesidad de amplificar a cientos de personas un compromiso que es el más íntimo que existe. Justamente porque es entre dos. Claro que en esa necesidad de "compartirlo con todos los que queremos" queda claro que, lejos de celebrar el compromiso con un otro, se celebra un falso protagonismo de quien por una noche puede sentirse centro de algo.

Quizás, como dicen los humoristas, el casamiento sea la causa fundamental de tantas separaciones y divorcios. Lo que no está tan mal.
En esta época, las separaciones por duras y tristes que resulten son mucho más sinceras y reflejan mejor la realidad que esos aburridos, repetitivos y olvidables casamientos sin onda.

Si sentís la necesidad de casarte, hacelo en privado.
Vos y ella, vos y él.
De esa forma va a quedar claro que; lejos de hacerlo por una fiesta, por una presión social o por que necesitabas un cambio; lo hiciste por el único motivo que vale la pena hacerlo: por amor.  

8 comentarios:

  1. Yo, definitivamente, no me quería casar. Hasta ahora. Es decir: ahora sé que quiero casarme pero no sé cómo. Por suerte, sí sé con quien. En función al perfil del acontecimiento evaluaré participarte o no. Aunque, debo confesar, me gustaría invitarte sólo para fastidiarte y verte en el carnaval carioca con una máscara de Shrek.

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  2. Una cosa más: tener un sólo blog recomendado no tiene onda. Me extraña, Robert.

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  3. Mirá Clau: si para tu casamiento querés castillito inflable, música de Poppy o cualquier otra variante de Día de la Mofeta, todo bien. Mejor ser fundamentalista de lo que se te canta, antes que de las teorizaciones no salvajes.
    Eso sí: salón no, Clau.

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  4. Lo acabo de decidir: va a ser en un zoo. No pueden no venir mofetas. Vos sabés. Ranas tampoco pueden faltar, Clau.

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  5. Listo. Yo me encargo de los hurones, Clau.

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  6. Perlita, sobre tu casorio prefiero no opinar, la experiencia propia es fundamental. Un ejercicio interesante es reemplazar en tu texto la palabra divorcio por casamiento. Para ahorrarte el trabajo, va a continuación:
    Yo, definitivamente, no me quería DIVORCIAR. Hasta ahora. Es decir: ahora sé que quiero DIVORCIARME pero no sé cómo. Por suerte, sí sé DE quien.
    En cuanto a la invitación, no te preocupes, despues de las 12 estoy ahi.

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  7. En referencia a la cantidad de blogs recomendados, seguí tu consejo y agregue uno para que me sume un poco de onda...

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  8. Interesante ejercicio. Al menos los dos tenemos algo en claro, querido Robert. Y eso, en esta época, no es poco.
    Ah, por lo del blog, no hacía falta,zonzo. Igual digo gracias. Espero aportarte al menos un lectora.
    bacci

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