viernes, 15 de mayo de 2009

PROYECTA QUE ME GUSTA

El juego es así: no te escucha.
Te oye pero no te escucha.
No sos más que la música ambiente en la sala de espera del dentista.
Lo que sigue en el discurso del vendedor del tren después del "damas y caballeros".
La monocorde traducción al español en simultáneo de los Oscars por canal 9.
Te oye pero no te escucha.

Te mira, te contesta... pero no te escucha.
No puede.
Es más, todavía ni siquiera aprendió a escucharse.

Como no se escucha, no sabe lo que quiere.
Intuye lo que no quiere.
Pero no hay nada seguro.

El paso siguiente, y este puede llevar meses hasta el descubrimiento, es no te entiende.
Y encima te lo dice: "Sabés que no te entiendo..."

Cómo vas a entender sino escuchás primero.

No escucha, no entiende, no conoce.
No te conoce.
Cree que sí. Pero no te conoce.

Es más, teme conocerte.
Tampoco se conoce.
Es más, teme conocerse.

Sos un personaje en una novela escrita por el otro.
El otro, sin saberlo, es el guionista.
Lo que esta fuera del libreto no lo escucha.

Si de casualidad lo escucha, no lo entiende.
No te entiende.
Es lógico, está fuera del libreto que escribió.
Será de otra obra pero de esta seguro que no es.

Vos te sorprendés.
Pero no te creas tan rápido.
Vos tampoco querías escuchar que no te escuchaban.
O sea que, en algún punto, vos tampoco escuchabas.

Entonces empezás a entender todo.

Vos también tenías tu libreto y en ese libreto el otro te escuchaba.
El otro te entendía. El otro te conocía.

O sea que eras igual.

Con otro libreto, el verdadero pensarás vos.
No, el verdadero no, el tuyo.

Lo verdadero sería que no hubiese libretos.
Que se escuchara y te escuchara.
Que te escucharas y escucharas.

Así estamos...
En algún punto todos mienten y se mienten. 
Pero no importa.
Total nadie escucha.

La verdadera pandemia es la sordera emocional y, por el momento, no hay vacuna.
Habrá que madurar y ponerle onda a la cosa.
Y, sobre todo, unos buenos audífonos.

domingo, 10 de mayo de 2009

ENTRE MUROS MUERE LA ONDA

Hay un cuento sublime en el libro Final de Juego.

Cortázar describe, como nadie podría haberlo hecho, el momento de iluminación de un tipo en un cine de la calle Lavalle. Hablamos del punto exacto en donde el mundo muestra la hilacha, deja de ser mágico y se muestra con un berretismo que obliga al personaje a escapar, vaya a saber uno adonde, para no volver nunca más.

Yo todavía no desaparecí. Pero lo estoy pensando seriamente.

A mi no me paso en un cine de Lavalle. Me pasó en un Showcase. Y, salvo ciertos matices, el resultado fue el mismo que en el cuento.

Situación: película francesa, ganadora de la palma de oro de Cannes y críticas con más estrellas que el firmamento mismo.
Una mierda.
Esta bien, es subjetivo. Pero no.
Más bien es la cabal demostración de los tiempos que corren. Juro que cada vez más extraño mis encarnaciones anteriores. Y eso que era esclavo en Misisipí.

Dos horas de adolescentes monosilábicos que son estudiantes y hacen de estudiantes monosilábicos. Dos horas de profesores sin sangre que hacen de profesores sin sangre. Dos horas interminables de un baño de mediocridad que se convierten en un auténtico test del suicida.

Muy lejos de the wall y esa furia que invitaba a tomar el toro por las astas y lo establecido por el forro del culo. Muy lejos del mayo francés y su pidamos lo imposible. 
Muy cerca del BAFICI con todos esos modernitos descremados que sueñan con ser directores de cine quizás para seguir siendo adolescentes toda su vida y no tener que caer en algo tan bajo y tan común como es trabajar.

Eso sí, después filman películas que muestran justamente eso. La vida de la gente común y lo aburrido, monótono y estéril de la vida de aquellos que, oh casualidad, no son directores de cine ni actores. Mirá... mirá... qué loco... una persona común ¿Que se sentirá ser anónimo? ¿Cómo será tener un trabajo y una familia?

En fin. El mundo del cine, y el de la cultura en general, se llenó de pronto de borregos snobs y eternos adolescentes, sin imaginación ni fuerza para amenzar al establishment y empujar la humanidad para adelante. 

En un mundo mediocre, mostrar mediocridad se ha convertido en un "duro testimonio", se ha descartado el opinar para no caer en el lugar común del "bajar línea" y las personas que realmente valen la pena son descartadas por ser "estereotipos".

Opinemos. Bajemos línea. Convirtámonos en estereotipos.

Yo, por mi lado, voy a alquilar el viejo Espartaco con Kirk Douglas en VHS y voy a salir a patear traseros de los que filman entre muros de colegios, oficinas y otras "realidades" y viven entre muros mucho más altos, más vacíos y con mucha, pero mucha, menos onda.

jueves, 30 de abril de 2009

LA CULPA NO ES DEL CHANCHO

Alguien tenía que encargarse de cumplir la profecía.

No fue Nostradamus y su papa negro.
No fue la tercera guerra mundial con arsenales atómicos.
Ni siquiera fueron necesarias las máquinas como en matrix o terminator.

El vérdugo elegido para poner fin a la involución humana fue menos glamoroso, menos misterioso y mucho menos místico: un chancho engripado.

Y esta muy bien. No hacía falta ni nos merecíamos mucho más.

Para qué molestar a los marcianos de Tim Burton cuando un simple chancho o un mosquito Aedes Albopictus pueden llevar adelante algo tan simple como librar al mundo de una especie sumida en la boludez, el caos y la imbecilidad permanente.

La humanidad, a lo largo de su existencia, no se ha hecho merecedora de una aniquilación con más onda que esa.

Excepciones hubo, pero no alcanzaron.
En un planeta con 6 mil millones de seres humanos no basta con algunos pocos para dar el promedio que nos haga merecedores de la vida.

Por mucho menos desaparecieron los dinosaurios y la historia siguió sin ellos.

Es bueno también, separar la paja del trigo. Cuando hablamos de esos pocos, no hablamos de los ecologistas 2.0 que se emocionan con las ballenas y separan la basura o torturan a los que fuman en su infructuoso anhelo de morir lo más sanitos posibles.

Hablamos de los que con hechos y no con palabras dieron testimonio de que la vida puede ser mucho más profunda que el shopping de rituales, emociones baratas y razonamientos superficiales en que la hemos convertido.

Las vidas humanas han dejado de ser intensas para convertirse en una patética y neurótica repetición. Esos dos grandes maestros que son el sexo y la muerte fueron guardados debajo de la alfombra generando vidas 0% como los yogures descremados y el agua. De vez en cuando algún gurú americano o de la india, mucho libro de autoayuda pero nada más.

De ponerle el cuerpo a nuestra verdad, de cambiar el ser buenos por el ser auténticos y pagar el precio por eso ni hablar.

En la película que vemos todos los días, Leónidas tranza con Jerges y se hace millonario. El último Samurai vende los rifles y se vuelve a casa, Neo se toma la pastilla azul y Alicia nunca descubre lo profundo que es el hollo y envejece con su marido en un país ya sin maravillas.

Si la humanidad va a terminar que sea de golpe. No de aburrimiento prolongado.

Igual sería bueno, aunque sea por una vez, que nos hagamos cargo de que la culpa nunca fue, es o será del chancho.

Es del que le da de comer. 

sábado, 11 de abril de 2009

DE PUTONAS Y ESPÓNSORS

En algunas mujeres, lejos de tapar la falta de onda, el maquillaje enfatiza su ausencia.
Es más, suele ir acompañado de sugerentes escotes y prendas ajustadas que parecen condenadas a estirar cada fibra a niveles impensados. Para ir al super, al gimnasio, a terapia... No importa el momento del día, ellas siempre están arregladitas para ese algo importante que jamás les pasa. Y que jamás les va a pasar: enamorarse de verdad.

Pero a no preocuparse. Para cada roto hay un descosido...
Para cada rota, también.
Y no es un descosido lo que van a encontrar.
Es un espónsor.

Lo que la putona invierte en make up, pilchas, lencería de colores vivos y perfumes su contraparte masculina -su futuro espónsor o esposo- lo invierte en comprar el buen gusto y la onda que no tiene.
Esto es auto caro, casa con hidro, pileta y quincho y reloj caro al que, no por casualidad, muchos llaman con un adjetivo muy descriptivo: "bobo".

Putonas y Espónsors nacieron para encontrarse. Y cuando se encuentran, se cumple una profecía para la que ambos trabajaron y se prepararon desde los remotos tiempos de su infancia.

Destinados al olvido en la primaria, sin otro talento particular que la necesidad de llamar la atención de papá en ellas y la necesidad de ser reconocidos por mamá en ellos, ambos eligieron el equivocado camino de demostrarle al mundo (y a todos los que estamos incluidos en él) que ellos "están para más". Lamentablemente, más de lo mismo.

La putona arquetípica encuentra entonces al hombre que hará realidad todos sus caprichos: viajes, auto, celular, pileta, plasma, gimanasio, spa y todo lo que una tarjeta de crédito o una extensión a su nombre pueda ofrecerle.
No lo hace porque disfrute cada cosa en sí. Lo hace por el sólo placer de sentir, por fin, que este nuevo papá le da todo lo que el de sangre no le dio: el infinito y neurótico goce de manejarlo a su antojo a cambio de hacerlo sentir dueño de un objeto que en una sociedad enferma y confundida cotiza en alza: una putona.

El espónsor típico, por su lado, es un looser. Lo siente desde chico en cada célula de su cuerpo. Sus maestras de la primaria no lo recuerdan. Muchos de sus compañeros tampoco. No es un amante del low profile, es un chico hambriento de aplausos que nunca llegaron y que lo convencieron, inconcientemente, de que aquello que "natura non da y salamanca non presta" se puede comprar en efectivo o con tarjeta.
No comparten con amigos, parejas, amantes ni familia. Invierten en ellos. Y los seleccionan de acuerdo a la cotización social del momento como si estuviesen frente a una vidriera de un enorme shopping. No de Londres, claro. De Miami.

Él siente un placer indescriptible de llevarla, en su auto caro, de su brazo, con reloj prominente, a reuniones familiares y salidas con amigos. Es la venganza que durante tanto tiempo buscó.
Ella, por su lado, siente el mismo morboso placer al bajar del auto caro o invitar a su nueva pileta a sus amigas y parientes. Fundamentalmente a papá. claro. O a su fantasma o sucesor, en caso de no haber resuelto su edipo en vida.

Lamentablemente para ellos y gracias a Dios para la coherencia del mundo, la putona y el espónsor no están destinados a perdurar.

En el fondo, él sospecha que ella no lo quiere por lo que es sino por lo que tiene y que otro tiene lo que ella quiere más allá de una billetera. Entonces la inseguridad se apodera de él y lo va degradando hasta convertirlo en un manojo posesivo de celos y alucinaciones que no son tales. Son muy reales. La putona, al igual que el escorpión del cuento, lleva en su esencia el picar a la rana. Aunque estén a mitad del río y se hundan los dos.

Ella por su lado, empieza a sentir lo que nosotros sabemos desde la adolescencia. Que billetera mata a galán pero nunca, nunca, mata al orgasmo que surge de la piel y no de una cuenta bancaria.

Ya lo decía un sabio: no es lo mismo amar a alguien porque se lo necesita que necesitar a alguien porque se lo ama.

Yo prefiero la segunda. No sé... tiene más onda.

viernes, 27 de marzo de 2009

FACEBOOK CON "F" DE FUE.

Y pasó lo que tenía que pasar.

Eramos pocos y estábamos bien... pero parió la abuela.
Y cómo parió: nada más y nada menos que 200 millones de nietos sin onda.

Los "llega tarde" de siempre.
Los que te dejan el chicle en el cenicero y te preguntan ¿te jode?
Sí, me jode.
Y nos jodieron.

Nos llenaron el muro de mensajitos boludos.

Inundaron las noticias con fotos de casamientos, cumpleaños, vacaciones, fines de semana en el delta y asaditos del Domingo.

Convirtieron los programas para conocer gente en una rara mezcla de cabarulo con matinée de boliche de medio pelo.

Are you sexy? Seee, seguí soñando.

Tampoco se privaron de subirse al púlpito de la filosofía barata para completar su estado con frases de póster o letras de canciones. Y hasta en inglés que queda mucho más chic.
También para compartir con el mundo temas tan interesantes como donde estaban desayunando, si tenían sueño o alguna referencia pelotuda al día de la semana (es viernes!!!, noooooo, de verdad?).

Nos hicieron cómplices  taggeandonos gratuitamente en fotos que, sin comerla ni beberla, llegaron a todos nuestros contactos.
Si hasta es fácil imaginarlos en elucubraciones de tipo: ujuju... apenas llego a casa las subo a facebook!!!
Y si mejor te vas a dormir?
Y si en lugar de dedicarte a ser el socialero de todo evento que se te cruza, dejás la cámara en casa y te dedicas a disfrutar del momento?
Claro, no serías vos.

De los grupos de "Todos por algo", prefiero no decir nada.
Ya tuvimos bastante.
Apagamos la luz todos juntos, saltamos a una hora, la inseguridad, los animales abandonados, todos por Cristina, en contra de Cristina...
El resultado de todos estos "esfuerzos" está a la vista.
Cualquiera puede darse cuenta que el mundo está mucho mejor. 
Peor es no hacer nada, dirán algunos.
No te engañes, hacer un grupo en Facebook también es no hacer nada.
Hacer algo es otra cosa y se hace en silencio.

La no onda llegó a Facebook para quedarse.
Y si la no onda se queda, los que tendremos que irnos con la música y la onda a otra parte, seremos nosotros.

Chau Facebook. No te vamos a extrañar.

jueves, 5 de febrero de 2009

LAS FIESTAS DE CASI-MIENTO

En la película El Día de la Marmota; Bill Murray era condenado a vivir, una y otra vez, la misma jornada en un perdido pueblito de Pennsilvania.
Casualmente, en medio de un ritual que celebraban los campesinos con motivo del fin del invierno.

Las fiestas de casi-miento despiertan en mí esa misma sensación.

Apenas recibo una de esas temidas participaciones, ya puedo vivir lo que será ese día: un auténtico día de la marmota. Un gigantezco y eterno deja vu.

Todo empieza con una participación.
Si la tipografía es dorada y elegante, denota la participación de padres y suegros como espónsors directos del acontecimiento. Ponen la plata, bah.
Y, de paso, le dicen a los novios a quien invitar y como deben ser los centros de mesa, entre otras cosas.
Es el caso típico de chicaquetrabajaenunamultinacionalfueacolegioreligiosooinglésyllamaasusamigasconapócopes(ferchu,gabita,etc.) vs. chicoquestudioenuniversidadprivadaalgunavezjugóalrugbyyusaelapellidomaternoamaneradedobleapellido.

Claro que peores son los originales. Aquellos que juegan a "me cago en las convenciones" y hago algo "diferente". Si te cagás en las convenciones ¿Para qué carajo te casás? 
En este caso, las tarjetas parecen avisos de algún nuevo producto donde los novios, o uno de los dos que presiona -perdón, convence- al otro, se ven excitados ante la idea de demostrar al mundo que SU casamiento es diferente al del resto de los mortales. Casi-miento, pero se empieza a notar.

De los que invitan "para después de las 12", no hace falta decir nada. Nos ahorramos unos sanguchitos y generamos una nueva diferencia de clases.
De los que van "después de las 12", tampoco vamos a decir nada. Hay que estar muy sólo para ir a una fiesta en donde lo que te están diciendo es "es importante que vengás... pero no tanto".
Vamos chicos, un poco de orgullo y autoestima.

Del evento en sí ¿Qué decir?
El arca de Noé parece un panadero volando al viento al lado de esa fauna con la cabeza programada para hacer divertido algo que; por superficial, vano y cada vez más marketinero; se ha vuelto triste y bochornoso. 
Muy triste.
Muy bochornoso.

Repasemos los clásicos:
La mesa de los novios flanqueados por sus padres (¿Será para que no escapen ante un ataque de repentina lucidez?).

Los amigos del novio, primero calientes con las amigas de la novia y luego borrachos convirtiendo al novio en un auténtico avioncito lastimoso. Todo acompañado con gritos guturales del estilo: Ehhhhh, Ohhhhhhh, Uuuuuuuh.

Las amigas de la novia vestidas para la red carpet pero de acá, primero calientes con los amigos del novio y después flagelándose en el grupito del ramo con un cartel en la frente que parece decir ¿Y yo para cuando?

El video merece ser destacado. Fotos de chiquitos, amigos, amigas, familia... todos jugando a Sorpresa y Media pero sin Julián Weich. Los videos suelen hacer llorar a muchos de los presentes. Debo confesar que a mi también. Aunque por otros motivos.

Aunque he asistido a más de los que quisiera, sigo sin entender la necesidad de amplificar a cientos de personas un compromiso que es el más íntimo que existe. Justamente porque es entre dos. Claro que en esa necesidad de "compartirlo con todos los que queremos" queda claro que, lejos de celebrar el compromiso con un otro, se celebra un falso protagonismo de quien por una noche puede sentirse centro de algo.

Quizás, como dicen los humoristas, el casamiento sea la causa fundamental de tantas separaciones y divorcios. Lo que no está tan mal.
En esta época, las separaciones por duras y tristes que resulten son mucho más sinceras y reflejan mejor la realidad que esos aburridos, repetitivos y olvidables casamientos sin onda.

Si sentís la necesidad de casarte, hacelo en privado.
Vos y ella, vos y él.
De esa forma va a quedar claro que; lejos de hacerlo por una fiesta, por una presión social o por que necesitabas un cambio; lo hiciste por el único motivo que vale la pena hacerlo: por amor.  

miércoles, 28 de enero de 2009

LA CULPA ES DE LA CULPA

Llegó el momento de dejar por un rato la rueda de reconocimiento de los síntomas de la falta de onda para adentrarnos en las posibles causas.

No sea cosa que nos quedemos sólo en la crítica barata y empecemos a perder coherencia con lo que predicamos. O sea onda.

¿Por qué alguien se tomaría el trabajo de parecer lo que no es?
¿Estará puesto el trabajo en parecer lo que no se es o estará puesto en ocultar por vergüenza lo que profundamente se cree ser?

Si mi problema es que descubran como soy, debe ser seguramente porque creo que soy algo que no merece lo que yo en realidad deseo.

Ahora tengo un problema: o cambio lo que deseo o cambio lo que yo creo que soy. 

Mejor entonces es aceptar lo que soy. Lo que cambiaría así es mi percepción de que debería ser otra cosa, aquello que justamente me esfuerzo en parecer.

De todo esto surge que algo me impide aceptar lo que soy. Y acá es donde aparecen dos amigos de siempre de todos nosotros. Amigos que nos visitan ocasionalmente pero que son asiduos residentes de las cabezas sin onda: el miedo y la culpa.

Dos caras de la misma moneda.

El miedo por su lado amenaza con la no realización del deseo que tanto deseamos.
Cualquiera sea el packaging que hayamos elegido ponerle.

Puede ser una mujer, un hombre, el matrimonio, un cargo, el auto, y tantos etc. como gente hay en el mundo.
Aunque en el fondo de todo, siempre está el reconocimiento del otro o de los otros que hayamos elegido para que nos reconozcan ahora por todo lo que no nos reconocieron hace muchos años. 
Y lo más triste: para que nos den el reconocimiento que nosotros mismos no nos damos.

Porque muy en el fondo, y aunque hagamos todo para demostrar lo contrario, sentimos que no merecemos lo que deseamos.

Damos entonces un fuerte aplauso de bienvenida a la Culpa.

No merezco lo que deseo. Pero lo sigo deseando. Entonces voy a ocultar lo que soy y voy a hacer lo que equivocadamente creo que debería hacer para ser merecedor de eso que deseo:
buscar un modelo con onda y seguirlo sin que los demás noten que en realidad estoy siguiendo a alguien.

Lo que hace la gente con onda es ser ella misma. Es decir, justamente todo lo contrario de lo que voy a hacer yo que es imitarla.

Entonces me compro un I-Phone, me voy a Punta, subo fotos de mis viajes por el mundo a Facebook (NY, Europa y Asia preferentemente) y empiezo a andar por la vida creyendo que soy Bruce Willis en duro de matar o Scarlett Johanssen en Match Point.

No lo hago porque lo siento. Lo hago porque quiero que los demás crean que lo siento.
Ahí es donde se nota y dejo de tener onda.

Lo mejor entonces será dejar de ser lo que creemos que tenemos que ser para empezar a ser lo que cada uno es. Darse primero el reconocimiento a uno mismo y no esperar que venga de afuera. 

Entonces vamos a empezar a tener onda.

Y cuando tenés onda, creeme, los deseos se hacen realidad.