viernes, 15 de mayo de 2009

PROYECTA QUE ME GUSTA

El juego es así: no te escucha.
Te oye pero no te escucha.
No sos más que la música ambiente en la sala de espera del dentista.
Lo que sigue en el discurso del vendedor del tren después del "damas y caballeros".
La monocorde traducción al español en simultáneo de los Oscars por canal 9.
Te oye pero no te escucha.

Te mira, te contesta... pero no te escucha.
No puede.
Es más, todavía ni siquiera aprendió a escucharse.

Como no se escucha, no sabe lo que quiere.
Intuye lo que no quiere.
Pero no hay nada seguro.

El paso siguiente, y este puede llevar meses hasta el descubrimiento, es no te entiende.
Y encima te lo dice: "Sabés que no te entiendo..."

Cómo vas a entender sino escuchás primero.

No escucha, no entiende, no conoce.
No te conoce.
Cree que sí. Pero no te conoce.

Es más, teme conocerte.
Tampoco se conoce.
Es más, teme conocerse.

Sos un personaje en una novela escrita por el otro.
El otro, sin saberlo, es el guionista.
Lo que esta fuera del libreto no lo escucha.

Si de casualidad lo escucha, no lo entiende.
No te entiende.
Es lógico, está fuera del libreto que escribió.
Será de otra obra pero de esta seguro que no es.

Vos te sorprendés.
Pero no te creas tan rápido.
Vos tampoco querías escuchar que no te escuchaban.
O sea que, en algún punto, vos tampoco escuchabas.

Entonces empezás a entender todo.

Vos también tenías tu libreto y en ese libreto el otro te escuchaba.
El otro te entendía. El otro te conocía.

O sea que eras igual.

Con otro libreto, el verdadero pensarás vos.
No, el verdadero no, el tuyo.

Lo verdadero sería que no hubiese libretos.
Que se escuchara y te escuchara.
Que te escucharas y escucharas.

Así estamos...
En algún punto todos mienten y se mienten. 
Pero no importa.
Total nadie escucha.

La verdadera pandemia es la sordera emocional y, por el momento, no hay vacuna.
Habrá que madurar y ponerle onda a la cosa.
Y, sobre todo, unos buenos audífonos.

domingo, 10 de mayo de 2009

ENTRE MUROS MUERE LA ONDA

Hay un cuento sublime en el libro Final de Juego.

Cortázar describe, como nadie podría haberlo hecho, el momento de iluminación de un tipo en un cine de la calle Lavalle. Hablamos del punto exacto en donde el mundo muestra la hilacha, deja de ser mágico y se muestra con un berretismo que obliga al personaje a escapar, vaya a saber uno adonde, para no volver nunca más.

Yo todavía no desaparecí. Pero lo estoy pensando seriamente.

A mi no me paso en un cine de Lavalle. Me pasó en un Showcase. Y, salvo ciertos matices, el resultado fue el mismo que en el cuento.

Situación: película francesa, ganadora de la palma de oro de Cannes y críticas con más estrellas que el firmamento mismo.
Una mierda.
Esta bien, es subjetivo. Pero no.
Más bien es la cabal demostración de los tiempos que corren. Juro que cada vez más extraño mis encarnaciones anteriores. Y eso que era esclavo en Misisipí.

Dos horas de adolescentes monosilábicos que son estudiantes y hacen de estudiantes monosilábicos. Dos horas de profesores sin sangre que hacen de profesores sin sangre. Dos horas interminables de un baño de mediocridad que se convierten en un auténtico test del suicida.

Muy lejos de the wall y esa furia que invitaba a tomar el toro por las astas y lo establecido por el forro del culo. Muy lejos del mayo francés y su pidamos lo imposible. 
Muy cerca del BAFICI con todos esos modernitos descremados que sueñan con ser directores de cine quizás para seguir siendo adolescentes toda su vida y no tener que caer en algo tan bajo y tan común como es trabajar.

Eso sí, después filman películas que muestran justamente eso. La vida de la gente común y lo aburrido, monótono y estéril de la vida de aquellos que, oh casualidad, no son directores de cine ni actores. Mirá... mirá... qué loco... una persona común ¿Que se sentirá ser anónimo? ¿Cómo será tener un trabajo y una familia?

En fin. El mundo del cine, y el de la cultura en general, se llenó de pronto de borregos snobs y eternos adolescentes, sin imaginación ni fuerza para amenzar al establishment y empujar la humanidad para adelante. 

En un mundo mediocre, mostrar mediocridad se ha convertido en un "duro testimonio", se ha descartado el opinar para no caer en el lugar común del "bajar línea" y las personas que realmente valen la pena son descartadas por ser "estereotipos".

Opinemos. Bajemos línea. Convirtámonos en estereotipos.

Yo, por mi lado, voy a alquilar el viejo Espartaco con Kirk Douglas en VHS y voy a salir a patear traseros de los que filman entre muros de colegios, oficinas y otras "realidades" y viven entre muros mucho más altos, más vacíos y con mucha, pero mucha, menos onda.

jueves, 30 de abril de 2009

LA CULPA NO ES DEL CHANCHO

Alguien tenía que encargarse de cumplir la profecía.

No fue Nostradamus y su papa negro.
No fue la tercera guerra mundial con arsenales atómicos.
Ni siquiera fueron necesarias las máquinas como en matrix o terminator.

El vérdugo elegido para poner fin a la involución humana fue menos glamoroso, menos misterioso y mucho menos místico: un chancho engripado.

Y esta muy bien. No hacía falta ni nos merecíamos mucho más.

Para qué molestar a los marcianos de Tim Burton cuando un simple chancho o un mosquito Aedes Albopictus pueden llevar adelante algo tan simple como librar al mundo de una especie sumida en la boludez, el caos y la imbecilidad permanente.

La humanidad, a lo largo de su existencia, no se ha hecho merecedora de una aniquilación con más onda que esa.

Excepciones hubo, pero no alcanzaron.
En un planeta con 6 mil millones de seres humanos no basta con algunos pocos para dar el promedio que nos haga merecedores de la vida.

Por mucho menos desaparecieron los dinosaurios y la historia siguió sin ellos.

Es bueno también, separar la paja del trigo. Cuando hablamos de esos pocos, no hablamos de los ecologistas 2.0 que se emocionan con las ballenas y separan la basura o torturan a los que fuman en su infructuoso anhelo de morir lo más sanitos posibles.

Hablamos de los que con hechos y no con palabras dieron testimonio de que la vida puede ser mucho más profunda que el shopping de rituales, emociones baratas y razonamientos superficiales en que la hemos convertido.

Las vidas humanas han dejado de ser intensas para convertirse en una patética y neurótica repetición. Esos dos grandes maestros que son el sexo y la muerte fueron guardados debajo de la alfombra generando vidas 0% como los yogures descremados y el agua. De vez en cuando algún gurú americano o de la india, mucho libro de autoayuda pero nada más.

De ponerle el cuerpo a nuestra verdad, de cambiar el ser buenos por el ser auténticos y pagar el precio por eso ni hablar.

En la película que vemos todos los días, Leónidas tranza con Jerges y se hace millonario. El último Samurai vende los rifles y se vuelve a casa, Neo se toma la pastilla azul y Alicia nunca descubre lo profundo que es el hollo y envejece con su marido en un país ya sin maravillas.

Si la humanidad va a terminar que sea de golpe. No de aburrimiento prolongado.

Igual sería bueno, aunque sea por una vez, que nos hagamos cargo de que la culpa nunca fue, es o será del chancho.

Es del que le da de comer. 

sábado, 11 de abril de 2009

DE PUTONAS Y ESPÓNSORS

En algunas mujeres, lejos de tapar la falta de onda, el maquillaje enfatiza su ausencia.
Es más, suele ir acompañado de sugerentes escotes y prendas ajustadas que parecen condenadas a estirar cada fibra a niveles impensados. Para ir al super, al gimnasio, a terapia... No importa el momento del día, ellas siempre están arregladitas para ese algo importante que jamás les pasa. Y que jamás les va a pasar: enamorarse de verdad.

Pero a no preocuparse. Para cada roto hay un descosido...
Para cada rota, también.
Y no es un descosido lo que van a encontrar.
Es un espónsor.

Lo que la putona invierte en make up, pilchas, lencería de colores vivos y perfumes su contraparte masculina -su futuro espónsor o esposo- lo invierte en comprar el buen gusto y la onda que no tiene.
Esto es auto caro, casa con hidro, pileta y quincho y reloj caro al que, no por casualidad, muchos llaman con un adjetivo muy descriptivo: "bobo".

Putonas y Espónsors nacieron para encontrarse. Y cuando se encuentran, se cumple una profecía para la que ambos trabajaron y se prepararon desde los remotos tiempos de su infancia.

Destinados al olvido en la primaria, sin otro talento particular que la necesidad de llamar la atención de papá en ellas y la necesidad de ser reconocidos por mamá en ellos, ambos eligieron el equivocado camino de demostrarle al mundo (y a todos los que estamos incluidos en él) que ellos "están para más". Lamentablemente, más de lo mismo.

La putona arquetípica encuentra entonces al hombre que hará realidad todos sus caprichos: viajes, auto, celular, pileta, plasma, gimanasio, spa y todo lo que una tarjeta de crédito o una extensión a su nombre pueda ofrecerle.
No lo hace porque disfrute cada cosa en sí. Lo hace por el sólo placer de sentir, por fin, que este nuevo papá le da todo lo que el de sangre no le dio: el infinito y neurótico goce de manejarlo a su antojo a cambio de hacerlo sentir dueño de un objeto que en una sociedad enferma y confundida cotiza en alza: una putona.

El espónsor típico, por su lado, es un looser. Lo siente desde chico en cada célula de su cuerpo. Sus maestras de la primaria no lo recuerdan. Muchos de sus compañeros tampoco. No es un amante del low profile, es un chico hambriento de aplausos que nunca llegaron y que lo convencieron, inconcientemente, de que aquello que "natura non da y salamanca non presta" se puede comprar en efectivo o con tarjeta.
No comparten con amigos, parejas, amantes ni familia. Invierten en ellos. Y los seleccionan de acuerdo a la cotización social del momento como si estuviesen frente a una vidriera de un enorme shopping. No de Londres, claro. De Miami.

Él siente un placer indescriptible de llevarla, en su auto caro, de su brazo, con reloj prominente, a reuniones familiares y salidas con amigos. Es la venganza que durante tanto tiempo buscó.
Ella, por su lado, siente el mismo morboso placer al bajar del auto caro o invitar a su nueva pileta a sus amigas y parientes. Fundamentalmente a papá. claro. O a su fantasma o sucesor, en caso de no haber resuelto su edipo en vida.

Lamentablemente para ellos y gracias a Dios para la coherencia del mundo, la putona y el espónsor no están destinados a perdurar.

En el fondo, él sospecha que ella no lo quiere por lo que es sino por lo que tiene y que otro tiene lo que ella quiere más allá de una billetera. Entonces la inseguridad se apodera de él y lo va degradando hasta convertirlo en un manojo posesivo de celos y alucinaciones que no son tales. Son muy reales. La putona, al igual que el escorpión del cuento, lleva en su esencia el picar a la rana. Aunque estén a mitad del río y se hundan los dos.

Ella por su lado, empieza a sentir lo que nosotros sabemos desde la adolescencia. Que billetera mata a galán pero nunca, nunca, mata al orgasmo que surge de la piel y no de una cuenta bancaria.

Ya lo decía un sabio: no es lo mismo amar a alguien porque se lo necesita que necesitar a alguien porque se lo ama.

Yo prefiero la segunda. No sé... tiene más onda.

viernes, 27 de marzo de 2009

FACEBOOK CON "F" DE FUE.

Y pasó lo que tenía que pasar.

Eramos pocos y estábamos bien... pero parió la abuela.
Y cómo parió: nada más y nada menos que 200 millones de nietos sin onda.

Los "llega tarde" de siempre.
Los que te dejan el chicle en el cenicero y te preguntan ¿te jode?
Sí, me jode.
Y nos jodieron.

Nos llenaron el muro de mensajitos boludos.

Inundaron las noticias con fotos de casamientos, cumpleaños, vacaciones, fines de semana en el delta y asaditos del Domingo.

Convirtieron los programas para conocer gente en una rara mezcla de cabarulo con matinée de boliche de medio pelo.

Are you sexy? Seee, seguí soñando.

Tampoco se privaron de subirse al púlpito de la filosofía barata para completar su estado con frases de póster o letras de canciones. Y hasta en inglés que queda mucho más chic.
También para compartir con el mundo temas tan interesantes como donde estaban desayunando, si tenían sueño o alguna referencia pelotuda al día de la semana (es viernes!!!, noooooo, de verdad?).

Nos hicieron cómplices  taggeandonos gratuitamente en fotos que, sin comerla ni beberla, llegaron a todos nuestros contactos.
Si hasta es fácil imaginarlos en elucubraciones de tipo: ujuju... apenas llego a casa las subo a facebook!!!
Y si mejor te vas a dormir?
Y si en lugar de dedicarte a ser el socialero de todo evento que se te cruza, dejás la cámara en casa y te dedicas a disfrutar del momento?
Claro, no serías vos.

De los grupos de "Todos por algo", prefiero no decir nada.
Ya tuvimos bastante.
Apagamos la luz todos juntos, saltamos a una hora, la inseguridad, los animales abandonados, todos por Cristina, en contra de Cristina...
El resultado de todos estos "esfuerzos" está a la vista.
Cualquiera puede darse cuenta que el mundo está mucho mejor. 
Peor es no hacer nada, dirán algunos.
No te engañes, hacer un grupo en Facebook también es no hacer nada.
Hacer algo es otra cosa y se hace en silencio.

La no onda llegó a Facebook para quedarse.
Y si la no onda se queda, los que tendremos que irnos con la música y la onda a otra parte, seremos nosotros.

Chau Facebook. No te vamos a extrañar.

jueves, 5 de febrero de 2009

LAS FIESTAS DE CASI-MIENTO

En la película El Día de la Marmota; Bill Murray era condenado a vivir, una y otra vez, la misma jornada en un perdido pueblito de Pennsilvania.
Casualmente, en medio de un ritual que celebraban los campesinos con motivo del fin del invierno.

Las fiestas de casi-miento despiertan en mí esa misma sensación.

Apenas recibo una de esas temidas participaciones, ya puedo vivir lo que será ese día: un auténtico día de la marmota. Un gigantezco y eterno deja vu.

Todo empieza con una participación.
Si la tipografía es dorada y elegante, denota la participación de padres y suegros como espónsors directos del acontecimiento. Ponen la plata, bah.
Y, de paso, le dicen a los novios a quien invitar y como deben ser los centros de mesa, entre otras cosas.
Es el caso típico de chicaquetrabajaenunamultinacionalfueacolegioreligiosooinglésyllamaasusamigasconapócopes(ferchu,gabita,etc.) vs. chicoquestudioenuniversidadprivadaalgunavezjugóalrugbyyusaelapellidomaternoamaneradedobleapellido.

Claro que peores son los originales. Aquellos que juegan a "me cago en las convenciones" y hago algo "diferente". Si te cagás en las convenciones ¿Para qué carajo te casás? 
En este caso, las tarjetas parecen avisos de algún nuevo producto donde los novios, o uno de los dos que presiona -perdón, convence- al otro, se ven excitados ante la idea de demostrar al mundo que SU casamiento es diferente al del resto de los mortales. Casi-miento, pero se empieza a notar.

De los que invitan "para después de las 12", no hace falta decir nada. Nos ahorramos unos sanguchitos y generamos una nueva diferencia de clases.
De los que van "después de las 12", tampoco vamos a decir nada. Hay que estar muy sólo para ir a una fiesta en donde lo que te están diciendo es "es importante que vengás... pero no tanto".
Vamos chicos, un poco de orgullo y autoestima.

Del evento en sí ¿Qué decir?
El arca de Noé parece un panadero volando al viento al lado de esa fauna con la cabeza programada para hacer divertido algo que; por superficial, vano y cada vez más marketinero; se ha vuelto triste y bochornoso. 
Muy triste.
Muy bochornoso.

Repasemos los clásicos:
La mesa de los novios flanqueados por sus padres (¿Será para que no escapen ante un ataque de repentina lucidez?).

Los amigos del novio, primero calientes con las amigas de la novia y luego borrachos convirtiendo al novio en un auténtico avioncito lastimoso. Todo acompañado con gritos guturales del estilo: Ehhhhh, Ohhhhhhh, Uuuuuuuh.

Las amigas de la novia vestidas para la red carpet pero de acá, primero calientes con los amigos del novio y después flagelándose en el grupito del ramo con un cartel en la frente que parece decir ¿Y yo para cuando?

El video merece ser destacado. Fotos de chiquitos, amigos, amigas, familia... todos jugando a Sorpresa y Media pero sin Julián Weich. Los videos suelen hacer llorar a muchos de los presentes. Debo confesar que a mi también. Aunque por otros motivos.

Aunque he asistido a más de los que quisiera, sigo sin entender la necesidad de amplificar a cientos de personas un compromiso que es el más íntimo que existe. Justamente porque es entre dos. Claro que en esa necesidad de "compartirlo con todos los que queremos" queda claro que, lejos de celebrar el compromiso con un otro, se celebra un falso protagonismo de quien por una noche puede sentirse centro de algo.

Quizás, como dicen los humoristas, el casamiento sea la causa fundamental de tantas separaciones y divorcios. Lo que no está tan mal.
En esta época, las separaciones por duras y tristes que resulten son mucho más sinceras y reflejan mejor la realidad que esos aburridos, repetitivos y olvidables casamientos sin onda.

Si sentís la necesidad de casarte, hacelo en privado.
Vos y ella, vos y él.
De esa forma va a quedar claro que; lejos de hacerlo por una fiesta, por una presión social o por que necesitabas un cambio; lo hiciste por el único motivo que vale la pena hacerlo: por amor.  

miércoles, 28 de enero de 2009

LA CULPA ES DE LA CULPA

Llegó el momento de dejar por un rato la rueda de reconocimiento de los síntomas de la falta de onda para adentrarnos en las posibles causas.

No sea cosa que nos quedemos sólo en la crítica barata y empecemos a perder coherencia con lo que predicamos. O sea onda.

¿Por qué alguien se tomaría el trabajo de parecer lo que no es?
¿Estará puesto el trabajo en parecer lo que no se es o estará puesto en ocultar por vergüenza lo que profundamente se cree ser?

Si mi problema es que descubran como soy, debe ser seguramente porque creo que soy algo que no merece lo que yo en realidad deseo.

Ahora tengo un problema: o cambio lo que deseo o cambio lo que yo creo que soy. 

Mejor entonces es aceptar lo que soy. Lo que cambiaría así es mi percepción de que debería ser otra cosa, aquello que justamente me esfuerzo en parecer.

De todo esto surge que algo me impide aceptar lo que soy. Y acá es donde aparecen dos amigos de siempre de todos nosotros. Amigos que nos visitan ocasionalmente pero que son asiduos residentes de las cabezas sin onda: el miedo y la culpa.

Dos caras de la misma moneda.

El miedo por su lado amenaza con la no realización del deseo que tanto deseamos.
Cualquiera sea el packaging que hayamos elegido ponerle.

Puede ser una mujer, un hombre, el matrimonio, un cargo, el auto, y tantos etc. como gente hay en el mundo.
Aunque en el fondo de todo, siempre está el reconocimiento del otro o de los otros que hayamos elegido para que nos reconozcan ahora por todo lo que no nos reconocieron hace muchos años. 
Y lo más triste: para que nos den el reconocimiento que nosotros mismos no nos damos.

Porque muy en el fondo, y aunque hagamos todo para demostrar lo contrario, sentimos que no merecemos lo que deseamos.

Damos entonces un fuerte aplauso de bienvenida a la Culpa.

No merezco lo que deseo. Pero lo sigo deseando. Entonces voy a ocultar lo que soy y voy a hacer lo que equivocadamente creo que debería hacer para ser merecedor de eso que deseo:
buscar un modelo con onda y seguirlo sin que los demás noten que en realidad estoy siguiendo a alguien.

Lo que hace la gente con onda es ser ella misma. Es decir, justamente todo lo contrario de lo que voy a hacer yo que es imitarla.

Entonces me compro un I-Phone, me voy a Punta, subo fotos de mis viajes por el mundo a Facebook (NY, Europa y Asia preferentemente) y empiezo a andar por la vida creyendo que soy Bruce Willis en duro de matar o Scarlett Johanssen en Match Point.

No lo hago porque lo siento. Lo hago porque quiero que los demás crean que lo siento.
Ahí es donde se nota y dejo de tener onda.

Lo mejor entonces será dejar de ser lo que creemos que tenemos que ser para empezar a ser lo que cada uno es. Darse primero el reconocimiento a uno mismo y no esperar que venga de afuera. 

Entonces vamos a empezar a tener onda.

Y cuando tenés onda, creeme, los deseos se hacen realidad.

viernes, 23 de enero de 2009

EL INDIO SE RÍE DE LA TRIBU

Desde acá, apoyo incondicionalmente a los floggers y a los emos.

En el caso de los primeros, no lo hago ni por sus chupines ni por sus peinados, sus fotologs, sus arres, sus reuniones en el abasto y, mucho menos, por sus pasitos de baile.

En el caso de los segundos, no lo hago por su culto al color negro, sus ojos delineados, su flequillo escondedor y, menos que menos, por sus comisuras eternamente descendentes.

Los apoyo porque, sin quererlo, son los sensores de la incoherencia de una sociedad con adultos que no llegan a ponerse los pantalones largos por su inútil afán de ser eternos adolescentes.

¿O acaso FACEBOOK, con gente arriba de 30 mandando WINKs WINKs o FLIRTs, no es más patético que un chupín o un flequillo a los 15?

Los que se ríen, crítican y preocupan por los floggers, los emos y otras tribus tendrían que mirarse a ellos mismos primero.

Sobre todo, las cuarentonas con exceso de botox, siliconas, gimnasio o solarium que a falta de barbies en su infancia intentan, sin éxito, convertirse en una. 
Los padres ausentes con muy baja autoestima lanzados a la cacería de mujeres fáciles que les permitan sentirse, por unos segundos, el piola del curso que nunca fueron en la escuela. 
Treintañeros y treintañeras sin voluntad que todavía viven con los padres y, lo que es peor, de los padres.
 
La lista podría ser interminable. Pero la esencia es la misma: adultos que nunca crecieron se asustan, se ríen y critican a adolescentes que son adolescentes.

Si tenés más de 30 y vas a opinar de ellos, permitime un consejo:
larga primero los ansiolíticos, el porrito que te fumás para escaparte un rato de tu insoportable rutina, la fantasía permanente de jugar al Latin Lover o a la Femme Fatal, la necesidad de culpar al país, al mundo, a tu ex o al primero o primera que se te cruza por tu fracaso, la costumbre de llenar con ese trabajo que ya no te gusta o con fiestas el vacío que sentís cuando llegás a tu casa, el disfraz de víctima de la realidad que vos mismo/a creaste y, fundamentalmente, dejá el personaje que te construiste y empezá a ser la persona que sos.

Con todos sus defectos y sus incongruencias lógicas, los floggers tienen una alegría mucho más sincera y un proyecto mucho más placentero que la mayoría de los que, a esta altura, ya deberían ser, pensar, sentir y actuar como adultos.  

Los emos, por su lado, tienen una tristeza mucho más auténtica que la de aquellos que hace mucho tiempo no lloran por nada. Ni siquiera por esas cosas por las que vale la pena llorar.

Yo no estoy libre de pecado. Por eso no voy a arrojarles ninguna piedra.

Todo lo contrario. 

miércoles, 14 de enero de 2009

ABANDERADOS DE LA NO ONDA

Generalizar no es bueno. Pero no queremos ser buenos. Es mejor ser justos. He aquí entonces, para quienes sepan entender lo simbólico en lo anecdótico, un poco de justicia cósmica ante esas actitudes tan molestas en donde lo que se dice o hace no es, ni siquiera, la verdad de la mentira.

And the winner is:
Los que confunden "te cuento" con "dame un consejo".
Las amigas que mientras vas a 180 km. contra una pared te dicen con una sonrisa tranquilazadora: "hace lo que sientas".
Las que buscan ese tipo de amigas para no tener que escuchar lo que no quieren escuchar: la verdad.
Los que creen que tendrías que hacer lo que hacen ellos.
Los que creen que tendrías que hacer lo que  ellos no hacen.
Los que en lugar de pensar en lo que hacen ellos viven pensando en lo que tendrías que hacer vos.
Los/as ex que nunca recibieron el telegrama de despido de la pareja y esperan que vos te des cuenta de algo. Justamente lo que te paso cuando decidiste cortar.
Las gorditas que encuentran más cómodo decir que Jessica Cirio es una boluda antes que ir al gimnasio para tener el culo de Jessica Cirio que es lo que realmente quieren.
Los que dicen que no necesitan analizarce porque están totalmente convencidos de que todo lo malo es producto del otro, de los otros o en todo caso del mundo que no entiende algo que ellos creen entender.
Los que después de 10 años siguen igual de neuróticos y no cambian de analista.
Los analistas de los antes mencionados.
Los que ponen el I-Phone arriba de la mesa con cara de no me importa tener un I-Phone. Lo mismo aplica a su casa con detalles de Para Ti decoración, al auto, la moto, la lancha, el reloj y todos los accesorios que suplen su falta de personalidad.
Los que cuando estás enfermo o recuperandote te alientan con frases de tipo: estás hecho mierda, estás pálido o estás muy flaco.
Los modernitos de manual con tecnología de última generación, remeras con cuello bote o escote en V de colores fuertes y complejo de chico de barrio.
Los que dicen que se hicieron de abajo porque creen que ahora están arriba de algo más que el suelo.
Los grasas que dividen el mundo en grasas y no grasas para sentir que están del otro lado.
Los que entregan su alma a cambio de una tarjeta personal con su nombre y un cargo.
Los que entregan su alma y todavía no tienen tarjeta personal porque entraron hace poco.
Los que encima te explican que todavía no tienen tarjeta personal porque entraron hace poco.
Los que cuando le preguntás por un defecto propio te dicen una virtud disfrazada (soy demasiado/a bueno/a, me hago cargo de cosas que se tendría que hacer cargo otro/a, no sé decir que no, no me cuido...).
Los que confunden orgullo con arrogancia.
Los YO-YO que no pueden evitar ejemplificar todo con lo más valioso que tienen a mano: ellos mismos.
Los que confunden sus necesidades con las tuyas.
Los que a falta de una vida te convierten en su necesidad.
Los que no saben escuchar.
Los que no se escuchan porque el ruido de su voz se lo impide.
Los que te mienten.
Los que te mienten porque se mienten.
Los/as que tienen miedo de que su jefe los/as eche si dicen lo que piensan.
Los/as que piensan que piensan como su jefe para que no los/as echen.
Los que tienen miedo de que su mujer o marido los/as eche si dicen lo que piensan.
Los/as que piensan que piensan como su mujer o su marido para que no los/as eche.

Los que sienten y no piensan.
Los que piensan y no sienten.
Los que no piensan ni sienten

Y los más terribles de toda esta lista:
Los que no piensan ni sienten pero piensan que piensan y sienten que sienten.

lunes, 12 de enero de 2009

ESA ENORME VIDRIERA DE LA AV. FACEBOOK

A los efectos de la no-onda, facebook es una gran pecera con miles de cobayos y cobayas dando vueltas en sus rueditas.

En este universo virtual, la gente sin onda se suicida diariamente, entregando lo poco de onda que les quedaba disimulada debajo de la alfombra de animal print de sus vidas off line.

Llevaría incontables entradas de este blog describir, punto a punto, las diversas formas de estos autoflagelamientos amplificados a propios y ajenos. Cosa que, como es lógica, no nos privaremos de hacer en el futuro.
No por placer que, para que negarlo existe. Sólo lo haremos con fines educativos para evitar errores propios y para estar prevenidos a la hora de relacionarnos con supuestos conocidos o extraños.

Los que están pero no quieren estar ocupan, por lejos, el primer lugar.
Histéricos e histéricas que aparecen con la silueta predeterminada, quizás producto inconsciente de sentirse dibujados en un lugar en el que quieren estar pero no quieren. O algo parecido, nunca se sabe.

El segundo lugar, pero dentro del mismo grupo, lo ocupan los que ponen fotos o dibujos. Puede ser desde una ilustración de su propia imagen hasta una pintura de picasso, un personaje de lost, bart o maggie simpson u otro.
En una primera lectura puede parecer simpático. En una segunda, patético.

Después vienen aquellos que ponen fotos de sus afectos confundiendo una foto de perfil en facebook (face=cara) con el porta-retratos de su casa. Las peores en este punto son, sin lugar a dudas, las de pareja.

Y acá entramos en otra inagotable fuente de descubrimientos acerca de lo que es realmente no tener onda.

A esta altura es bueno recordar el sabio axioma ya dicho en la introducción: "Necesita ser nombrado aquello que está ausente". Y allí están miles de susanitas y de hombres trapos subiendo las fotos de ese amor que necesita todo el tiempo "ser nombrado" para acercarse a algo parecido a la existencia.

Pero las fotos no alcanzan. Están los estados, en inglés y castellano, convertidos en auténticos pósters de local de todo X 2 pesos a los que sólo les falta una imagen de un amanecer o de un cielo con gaviotas volando sobre un mar azul.
Teniendo a mano un teléfono y el número del ser amado, la necesidad de ponerlo en un medio masivo suena, por lo menos, raro. Muy raro.

Un párrafo aparte merecen los que ponen: "en una relación con (nombre y apellido)" ¿Inseguridad? ¿Control?  o ¿Ya no estoy sola/o como me sentí siempre y como merecería estar hasta que aprenda que amar no es poseer?
 
Por último, y para terminar de meter la cabeza en el horno con el gas prendido, están los comentarios en las fotos de tipo: "Mis amores" debajo de fotos de parejas, hijos, sobrinos y mascotas

¿Qué dirá el labrador golden de todo esto?
Seguro que lo mismo que nosotros: guauuuuuuuuuu.

Pero claro; los labradores golden, al igual que todos los animales, tienen onda.
Seguramente porque no la buscan en facebook.


domingo, 11 de enero de 2009

LAS VICTIMAS DE LA NADA

Son mujeres muy partículares.
Atractivas, sobre todo para hombres con complejo de príncipe azul al rescate.

A primera vista parecen tener onda. Pero parecer no es tener.

Físicamente llamativas,  con potencial para llegar adonde quisieran... pero infelices. Van por la vida con gesto de "algo huele mal". Y terminan confirmándolo. Lo que huele mal es su permanente insatisfacción.

Generalmente racionalizan su incapacidad para relacionarse íntimamente disimulándola detrás de poesías, citas de autores oscuros o sufridos o música de esa que queda bien decir que una escucha. Este bagaje prestado lo toman de sus sucesivas parejas o relaciones fallidas (o sea todas) y las hacen propias, como si fuesen llenando un changuito en el súper.

Les gusta mostrarse sufridas y hasta confundidas. Sus frases de cabecera son: No sé lo que me pasa, quiero estar sola y el silencio. No el productivo, claro. El silencio que es ausencia de razones valederas y sentimientos genuinos.

En general, buscan poseer un rasgo sobre el cual pararse y justificar metafísicamente su desencanto con ellas mismas. Pueden ser o estudiar psicología, pueden ser de esas escorpianas que todavía no entendieron la profundidad de su signo y se dedican a masturbarse con la idea de lo magnéticas que creen ser o pueden dedicarse al cine para tener una excusa clara de por qué la realidad no les da la oportunidad de sacar la Sofía Coppola que creen llevar adentro.

Prefieren estar rodeadas de hombres, es fácil de entender.
En esa triste cabecita, lo femenino no es motivo de orgullo. Si lo fuera se verían obligadas a buscar la forma de sentirse satisfechas, de aprender a comprometerse.

Pero, claro, no serían ellas. Y, lo más triste, tendrían que renunciar a ser víctimas de la nada.
O mejor dicho, de ellas mismas.

AHORRANDO ONDA

Portadores curiosos de un afán por ahorrar. Sobretodo en boludeces.

Freud se remontaría, sin dudarlo, al momento en que dejaron los pañales. Esa época en la que, seguramente, fabricaron la necesidad de guardarse para sí todo, desde lo que iba en los pañales hasta algún vuelto de galletitas ya de más grandes.
Pero lo interesante no es eso. Desde la película durmiendo con el enemigo para acá, los neuróticos obsesivos ya no son sorpresa.

La sorpresa está cuando se fusiona en ellos la necesidad de tener onda, tan contradictoria con su neurosis particular.

El resultado es patético y genera fenómenos tales como el de exhibir un celular de última generación alimentado con tarjeta prepaga y teléfono fijo, en casa, sin acceso a celulares. Curioso ¿no? Aunque buscándole la lógica ¿Para qué llamarse desde el teléfono fijo si no podrían atenderse en el celular cuando se les acaba la tarjeta de 10 o 20 mangos?

Así de paradójicos son y los ejemplos serían incontables pero la enseñanza es una sola: Definite.

Ahorrá en cosas que no tienen valor como las demostraciones de estatus pero nunca, nunca, nunca ahorres coherencia.
Es uno de los requisitos fundamentales para tener onda en la vida.
 

miércoles, 7 de enero de 2009

BOTINES DE PUNTA

No se puede negar que Punta del Este es hermosa.

Tampoco se puede negar la ausencia de onda de los que, con un tono naturalmente impostado, te dicen: "estuve en Punta".

No en Punta del Este. En Punta.

Los muchos que estuvieron hace poco, y los que van a seguir estando, llegaron y llegan tarde.
30 años más o menos. En esa época, Punta del Este todavía era un verdadero paraíso y no la postal con olor a suplemento de verano de la revista GENTE o a campeonato de burako de confitería de la Av. Cabildo en que se transformó hace décadas.

Si tenés una casa en Punta o sos de los que suma mentira a la mentira aduciendo que fuiste porque tenés una hermana, una prima, una tía o una amiga que te da un lugar, tu caso se complica. Aparte de no tener onda, no tenés plata. Pero eso no es lo peor. Lo peor es que, de tenerla, seguramente la invertirías en hacer realidad tu sueño: tener una casa en Punta.

La gente que tiene onda no va a Punta. Es lógico. Si ya tiene onda para que ir a perderla en donde la buscan todos aquellos que no la tienen.

Todavía estás a tiempo.
Vendé tu casa, alejate de parientes, familiares y amigos que tienen casa allá pero que no tienen onda en ningún paisaje y sacá hoy mismo las fotos de facebook que te muestran feliz en Punta

No te confundas. No era felicidad. Era la liviandad de sentirte algo que, si Dios quiere, no sos. 





INTRODUCCIÓN A LA NO-ONDA

En las tierras de la semiótica un cartel reza: necesita ser nombrado aquello que está ausente.
Esta es, precisamente, la diferencia esencial entre la onda y la no-onda. La onda está dada por aquello que no necesita ser nombrado porque, aunque no mencionado, está presente. Es el punto donde, en una misma persona, el ser no necesita parecer ¿Por qué? Porque es.

La onda, por lo tanto, es belleza. No belleza de rasgos, de tamaños, de contextura o de color. Se trata de una belleza que surge desde el adentro y se manifiesta afuera con la contundencia de quien guarda una coherencia sin fisuras para consigo mismo y para con el universo todo.

En la otra vereda, la más frecuentada, se pasea la no-onda, encarnada en quienes buscan consciente o inconscientemente parecer lo que no llegan a ser. De ahí, su fealdad. De esa permanente necesidad de nombrar con insistencia inusual sus ausencias tratando de convertirlas en presencias. 

¿Cuáles son esas ausencias? El valor, la coherencia, el compromiso, la sinceridad, la honestidad, la humildad, el sacrificio, la alegría, el placer y los millones de conceptos a los que la humanidad,  de tanto rendir culto, ha convertido en palabras vacías. Lindas para nombrarlas pero no para ejercitarlas. En un minuto, puedo decir que soy valiente, directo, sincero, honesto, humilde, sensible, alegre o profundo pero dejar de decirlo para empezar a serlo es otra historia que queda reservada para unos pocos. Para esos que, justamente, tienen onda.

Adentrémonos entonces en el terreno de aquellos y aquellas que todavía sienten la necesidad de hablar, con palabras o con hechos, de lo que no son. Aquellos cuya neurosis pasa por trabajar e invertir las 24 horas del día en algo parecido a lo que creen que deberían o quisieran ser. Resumiendo: adentrémonos en este decálogo de gente que por esforzarce tanto para tener onda, la pierde.