domingo, 11 de enero de 2009

LAS VICTIMAS DE LA NADA

Son mujeres muy partículares.
Atractivas, sobre todo para hombres con complejo de príncipe azul al rescate.

A primera vista parecen tener onda. Pero parecer no es tener.

Físicamente llamativas,  con potencial para llegar adonde quisieran... pero infelices. Van por la vida con gesto de "algo huele mal". Y terminan confirmándolo. Lo que huele mal es su permanente insatisfacción.

Generalmente racionalizan su incapacidad para relacionarse íntimamente disimulándola detrás de poesías, citas de autores oscuros o sufridos o música de esa que queda bien decir que una escucha. Este bagaje prestado lo toman de sus sucesivas parejas o relaciones fallidas (o sea todas) y las hacen propias, como si fuesen llenando un changuito en el súper.

Les gusta mostrarse sufridas y hasta confundidas. Sus frases de cabecera son: No sé lo que me pasa, quiero estar sola y el silencio. No el productivo, claro. El silencio que es ausencia de razones valederas y sentimientos genuinos.

En general, buscan poseer un rasgo sobre el cual pararse y justificar metafísicamente su desencanto con ellas mismas. Pueden ser o estudiar psicología, pueden ser de esas escorpianas que todavía no entendieron la profundidad de su signo y se dedican a masturbarse con la idea de lo magnéticas que creen ser o pueden dedicarse al cine para tener una excusa clara de por qué la realidad no les da la oportunidad de sacar la Sofía Coppola que creen llevar adentro.

Prefieren estar rodeadas de hombres, es fácil de entender.
En esa triste cabecita, lo femenino no es motivo de orgullo. Si lo fuera se verían obligadas a buscar la forma de sentirse satisfechas, de aprender a comprometerse.

Pero, claro, no serían ellas. Y, lo más triste, tendrían que renunciar a ser víctimas de la nada.
O mejor dicho, de ellas mismas.

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